LLANURA
Lago.
El lago.
Hundidas
las orillas. Bajo la nube
la grulla. Blancos brillan
los milenios de los pueblos
de pastores. Con el viento
subí monte arriba.
Aquí viviré. Un cazador
era yo pero me venció
la hierba.
Enséñame a hablar, hierba,
enséñame a estar muerto y a escuchar,
largamente, y a hablar, piedra,
enséñame a permanecer, agua,
y por mí, viento, no preguntes.
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DE LAS CORRIENTES
Ce n’était pas assez que de tant de mers,
ce n’était pas assez que tant des terres
eussent dispersé la course de nos ans.
ce n’était pas assez que tant des terres
eussent dispersé la course de nos ans.
Saint John Perse
De las corrientes
del mar venido, ido
a través de dientes y garras, oleaje,
costas, esos bosques de tembloroso aire-,
en pie está con arrugada piel
la alta llanura, marronosa
con fisuras, precipicios –aquí
una nube es el tiempo,
grande, que asciende
al cielo y bebe aires puros,
respira
las lluvias de la luz.
Isla siempre, lo sabes,
más allá de las aguas, más allá
de la lejanía, allí naciste,
titubeante, allí naciste
en una época que era un ave
con plumas de innumerables
colores entre
ocre y rosa,
era un ave, lo sabes.
Pero tú llegaste ante la llanura,
fuiste montaña arriba,
tras los portadores, te pusiste
ante el sueño, ante la llanura
que despertó bajo blancos
párpados al canto de un verde
animal morador
de bosques en vuelo, que no conoce
sus alas.
Vive
allí, tus ojos atisban
el mar, una corriente,
blanca, aún cuando oscurece,
blanca, sin vehemencia, reposando
muy cerca del corazón,
hablando, tinieblas, de
voces las velas, sostenidas
por hombres vestidos de plumas,
de mechones rojos, al atardecer,
bajo el viento.
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RUTAS DE PÁJAROS
1957
I
Dormí en la lluvia,
en los juncos llenos de lluvia desperté.
Antes de que caigan las hojas veo la luna cercana,
oigo el grito de las aves migratorias,
que hace temblar el aire, el blanco
grito, que destroza el aire.
Rápida y atenta
como los lobos husmeando,
hermana, ¡escucha! Wäinemöinen1
canta a través del viento,
lanza el ala de nieve
sobre tu hombro, avanzamos
aleteando en el viento de los cantos-
II
pero solo bajo grandes
cielos, desiertas
calles de emplumados
ejércitos, que han pasado-
durmiendo sobre los vientos
se desplazaron, un nuevo
sol llameó, el incendio
saltó, ardieron
en el árbol ceniciento.
Allí echaron a volar
también nuestras canciones.
Hermana, tus manos
se destiñen, me sigues durmiendo en la oscuridad
-¿cuándo podré cantar
el miedo de los pájaros?
I
Dormí en la lluvia,
en los juncos llenos de lluvia desperté.
Antes de que caigan las hojas veo la luna cercana,
oigo el grito de las aves migratorias,
que hace temblar el aire, el blanco
grito, que destroza el aire.
Rápida y atenta
como los lobos husmeando,
hermana, ¡escucha! Wäinemöinen1
canta a través del viento,
lanza el ala de nieve
sobre tu hombro, avanzamos
aleteando en el viento de los cantos-
II
pero solo bajo grandes
cielos, desiertas
calles de emplumados
ejércitos, que han pasado-
durmiendo sobre los vientos
se desplazaron, un nuevo
sol llameó, el incendio
saltó, ardieron
en el árbol ceniciento.
Allí echaron a volar
también nuestras canciones.
Hermana, tus manos
se destiñen, me sigues durmiendo en la oscuridad
-¿cuándo podré cantar
el miedo de los pájaros?
1Héroe de la epopeya nacional finesa Kalevala.
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PASEANDO POR LA PLAYA
Todavía
sobre los juncales
la llama de mediodía, sobre
la duna
todavía no
el susurro de los cisnes, todavía
el caramillo
silencioso,
las manos en la arena.
sobre los juncales
la llama de mediodía, sobre
la duna
todavía no
el susurro de los cisnes, todavía
el caramillo
silencioso,
las manos en la arena.
Cuando vuela la constelación
por encima del estrecho,
hielo en las alas,
bosques de voces de grillo
ascienden
sobre el yermo,
hablan con huecas bocas
en dirección hacia el mar –
te oigo venir, sales
de tus sombras, echas
del hombro la carga
de madera acarreada, de la mano
se te escapa un fuego.
Te preguntaré:
¿Cómo me llamo?
¿Dónde estoy?
¿Cuánto tiempo
seguiré aquí todavía?
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EL AGUA
Tú todavía hablas,
agua, hablas,
llegaste por la maleza, pasito
a paso bajo el viento;
éste buscaba los ríos más allá de
las tinieblas y el bote
donde viaja la luna, en el heno,
le oíste decir:
Aquí están los sauces,
aquí la casa de la lechuza.
Pero la luna dirige la mirada a los fuegos del Sinaí.
Pero el agua escucha las heladas procedentes de Escitia.
agua, hablas,
llegaste por la maleza, pasito
a paso bajo el viento;
éste buscaba los ríos más allá de
las tinieblas y el bote
donde viaja la luna, en el heno,
le oíste decir:
Aquí están los sauces,
aquí la casa de la lechuza.
Pero la luna dirige la mirada a los fuegos del Sinaí.
Pero el agua escucha las heladas procedentes de Escitia.
Pero las bandadas de pájaros se elevan sobre los
bosques.
Pero la nieve ante el cielo construye su tejado.
Pero la nieve ante el cielo construye su tejado.
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El árbol
mayor que la noche
con el aliento de los lagos del valle
con el murmullo sobre
el silencio
Las piedras
bajo el pie
las venas luminosas
largo tiempo en el polvo
eternamente
Lenguaje
ajetreado
con la boca fatigada
en el camino interminable
a la casa del vecino.
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Haya, sangrienta en el follaje,
en humeante hondura, amargas
las sombras, arriba el portal
de gritos de urraca.
Una ha andado allí,
muchacha de cabello lacio,
la planicie bajo los párpados
asomaba hacia arriba, en los pantanos
goteaba el paso.
No muerto empero
el tiempo lúgubre, de un lado a otro
deambula mi lenguaje y está
herrumbroso de sangre.
Si me acordara de ti:
caminé hacia adelante del haya,
he ordenado a la urraca:
Calla, vienen, los que aquí
estuvieron… si me acordara:
No moriremos, estaremos
ceñidos de torres?
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No
dicho
crezco hacia abajo,
raíces
extiendo en el suelo,
las aguas de la tierra
me encuentran, suben,
amargura gusto yo _ tú
eres sin tierra,
ave de los aires, más ligera
cada vez en la luz,
sólo mi congoja todavía
te detiene
en el terrestre viento.
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Carretera
Lo que oímos: el oscuro sonido
de las ranas, el viento
se acercó a la orilla de ácoros, yo era
viejo como un humo
entre la mañana y la tarde,
mediodía la carretera recta, él árbol
concentra la sombra en torno a su pie.
Delante de la montaña (los pájaros
llegaron allí) la casa blanca,
vino con la carretera el bosque
y retrocedió, alrededor del llano pantanoso
corría el día, una serpiente,
gotas de agua volaron entre la hierba.
Yo he visto el mármol,
una placa bajo las hayas,
pasamos de largo, los caballos
retrocedieron temerosos, un disparo dio
en la piedra, hablamos de ello,
nos enseñamos uno a otro la marca,
decimos: las hayas, decimos:
la oscuridad, los helechos caminan
y nos dan alcance.
Pero el bosque está abierto
hacia abajo, hacia los prados y los campos,
hay una carretera recta,
el árbol ha trazado la sombra
en torno a su pie, junto al monte
yace, respira de los aires,
con balsas y por la tarde a la vela
el ciego, el río.