Joumana Haddad, es una poeta y periodista libanesa de 42 años, refleja en sus escritos los temas que implican vivir en el mundo árabe, especialmente el sometimiento de la mujer; en una entrevista habla del mundo, de su mundo:
"El mundo árabe es un mundo que vive una gran esquizofrenia desde hace dos siglos. Es un mundo donde no puedes decir lo que piensas, no puedes vivir lo que dices y tampoco puedes vivir en público lo que vives en secreto. Esta duplicidad absurda te transforma en una criatura esquizofrénica, poco auténtica. Una de las razones de esta dualidad son esos tabúes absurdos que estamos viviendo en el mundo árabe, impuestos por la religión o por los regímenes dictatoriales."
Aquí les presentamos algunos de sus poemas:
Árbol azul
Cuando
tus ojos se encuentran con mi soledad
El
silencio se convierte en frutas
Y
el sueño en temporal
Se
entreabren puertas prohibidas
Y
el agua aprende a sufrir.
Cuando
mi soledad se encuentra con tus ojos
El
deseo sube y se derrama
A
veces marea insolente
Ola
que corre sin fin
O
savia cayendo gota a gota
Savia
más ardiente que un tormento
Comienzo
que nunca se cumple.
Cuando
tus ojos y mi soledad se encuentran
Me
entrego desnuda como la lluvia
Generosa
como un seno soñado
Tierna
como la viña que madura el sol
Múltiple
me entrego
Hasta
que nazca el árbol de tu amor
Tan
alto y rebelde
Tan
rebelde y tan mío
Flecha
que vuelve al arco
Palmera
azul clavada en mis nubes
Cielo
creciente que nada detendré.
(Traducido
por Joumana Haddad)
Tu país, esa
noche ardiente
1
¿Quién
eres extranjera?
Tus
máscaras borrando los rasgos de tormentos
son
tu ventana ciega.
Con
la avidez del relámpago robas el sueño
y
de la lujuria de tus sueños te estremeces
Entregada
al infierno de la carne,
tu
fisura se abre sobre el vaso.
Cómo
puede reposar tu soledad al fondo del corazón
a
pesar de los días que hormiguean de nombres,
cómo
puede revestir tu tristeza los párpados
y
tu tarde profunda arrancar la mirada de la sima?
2
¿Quién
eres tú, extraño recuerdo a la caricia,
raíces
extrañas a la huida,
relajamiento
oscuro como la densidad de la nube,
recogimiento
semejante a sí mismo?
Tu
carne vida se sacia en su deseo
desierto
extasiado en su arena sedienta.
Estrecha
es tu tierra estrecha,
pero
más vasta que el torso del amante.
Y
una gota de tu desnudez basta
para
que llueva la luna.
3
No
te engendré un árbol,
ninguna
estación te maduré.
Tus
puertas están cerradas
pero
tú eres tierna como un placer que se abre.
Tu
cabeza
en
lo profundo
en
lo profundo
se
impregna de imágenes.
4
Tu
cielo, que permanece alto,
endulza
el aburrimiento,
lo
rocía de un gusto vencido,
tal
el horizonte que sabe.
Di
cómo tu imaginario guarda la esencia,
cómo
al alba se cicatrizan tus deseos
y
encienden tu sed de desnudo.
¡Cómo
puede tener para cada salida del sol
su
cuchillo, extranjera,
cómo
te atreves!
5
Te
pierdes en tu noche
y
en los lugares de paso,
en
cuanto a tu sombra ella busca tus manos múltiples
y
oscila contigo bajo el arco de la voluptuosidad.
Extranjera
tú eres
y
tu lo sabes,
tú
te rompes sobre tu reflejo,
después
esperas la conclusión del viaje.
6
Tu
país es esta noche ardiente
y
no hay soles para apagarla.
Tus
brazos ebrios bailan al borde de la presencia
cada
vez que una mano se dispone a partir.
Tu
país no tiene nombre,
ni
fin tampoco.
Tu
alma, cada vez que se acerca el instante de llegada
lo
aleja.
7
Tú
llevas tu soledad que corre en las llanuras
en
busca de pájaros para el bosque
Tu
soledad ligera
tal
un seno que no ha atravesado el umbral de lo imaginario.
¿Dónde
apoyas tu estrella cuando las tinieblas te tocan,
dónde
brillas, astro peregrino?
8
Tu
palidez te guarda, extranjera en desorden
y
en la sombra tus rostros deshechos te esperan,
tu
humor alfombra el sendero secreto
y
en la noche tu alma
llora
la realización de su delirio.
Las
tristezas no son tu manantial.
Tampoco
son el estuario,
sino
el viaje que hace el oro del alma.
9
¿Extranjera,
alma mía, quién eres?
Se
te toma por la rebelde,
y
no eres más que lubricidad que se traspasa.
Lo
que se toma por rechazo
no
es más que el vértigo del extravío.
Y
el exceso de las máscaras borra tu rostro.
(Traducido por José Luis Reina Palazon)
Cuando me
hice fruta
Hombre
y mujer fui concebida bajo la sombra de la luna,
Pero
Adán fue sacrificado en mi nacimiento,
Inmolado
a los mercenarios de la noche.
Y
para colmar el vacío de mi otra esencia
Madre
me bañó en aguas del misterio,
Me
instaló en la orilla de cada montaña,
Moldeó
la luz y la penumbra
Para
hacer de mí mujer-centro y mujer-lanza,
Traspasada
y gloriosa,
Ángel
de los placeres innominados.
Extranjera
crecí y ninguno cosechó mi trigo.
Diseñé
mi vida en una hoja blanca,
Manzana
a la que ningún árbol dio a luz.
Y
la horadé y salí,
En
parte vestida de rojo y en parte de blanco.
No
solo estuve en el tiempo o fuera de él
Porque
maduré en los dos bosques
Y
recordé antes de nacer
Que
soy un tumulto de cuerpos,
Que
dormí largo tiempo,
Que
viví largo tiempo,
Y
cuando me hice fruta
Supe
Lo
Que
Me
Esperaba.
Pedí
a los magos que cuidaran de mí,
Y
entonces me llevaron consigo.
Dulce
era mi risa
Azul
mi desnudez
Tímido
mi pecado.
Volaba
sobre la pluma de un ave
Y
me hacia almohada a la hora del delirio.
Cubrieron
mi cuerpo de amuletos,
Y
untaron mi corazón con la miel de la demencia.
Protegieron
mis tesoros
Y
los ladrones de mis tesoros,
Me
obsequiaron historias y silencios,
Desataron
mis raíces.
Y
desde aquel día me voy
Me
hago nube de cada noche
Y
viajo.
Soy
la única en decirme adiós
La
única en acogerme.
El
deseo es mi camino y la tormenta mi compás.
En
el amor no echo anclas.
Gemela
de las mareas,
De
la ola y de la arena
Del
candor y de los vicios de la luna,
Del
amor
Y
de la muerte del amor.
Durante
el día mi risa es de los otros
Y
la cena solo a mí me pertenece. .
Quien
sabe mi ritmo me conoce
Me
sigue
No
me alcanza.
(Traducido
por Joumana Haddad)
Dueto
-Tus
ojos han tejido una luz extraña en mi mirada.
-Es
que has despertado el bosque y los marinos del bosque.
-Hace
azul, ¿Dónde estoy?
-En
mis brazos. Allí donde tu río se incendia.
-¿Y
esta luna sobre mi cuello?
-Es
mi noche que quiere sellar tu piel.
-¿Comienzo?
-Comienzos.
-¿Y
por qué te abres los párpados cerrados?
-Para
mejor ver tu prisa salpicar mi espera. Para oír a nuestros labios despegar.
-Tú
y yo, vuelo de gritos.
-Tú
y yo, alas migratorias del poema.
-Seré
para ti el pájaro y el cazador.
-No
me vencerás: yo me ofreceré a tu fusil.
-Lo
plantaré en tu corazón hasta la conquista.
-No
es más que perdiendo que se merece el viaje.
-¿Cómo
llegar? Tú tienes el cuerpo numeroso de la ilusión.
-¿Por
qué llegar? Sé la mano duradera de los fantasmas.
-Tus
caderas, pórticos del purgatorio de los perezosos.
-
Mis caderas, barrotes de la prisión que libera.
-Mujer
tengo sed, viértete.
-Que
tus nombres te abreven: ellos perlan sobre mis labios.
-Dejaré
a los pecadores llegar hasta ti.
-Pero
el violín queda cerrado. ¿Sabrás desbotonarlo?
-Aprenderé.
Lo sacudiré como a un árbol hasta hacer fluir todas sus músicas sobre mi
lengua. Lo trabajaré como un artesano su oro, como el depravado su condena.
Lo
aprenderé.
-¿Y
me harás tuya, bandido?
-Sin
cesar y nunca.
-Amo
el estremecimiento que arrancarás de mi garganta.
-Entonces
ven. El vino retrocede sin ti.
(Traducido
por José Luís Rein)
Tengo un cuerpo
Yo tengo un cuerpo que aguarda en el lecho
del mar.
Como un volcán es mi cuerpo,
el agua entibia su cráter
para que no llegue el placer antes de que el
amor llegue.
Tengo un cuerpo ignoto.
Puede ser un
grano de arena
o un pez rojo
o la perla en su concha.
Hallaré su sabor
con dos labios que abrasan
y una lengua que absorbe,
y ese sonido de lava
semejante a penetrar en el Edén.
En el fondo del mar,
dentro de burbujas de deseo,
un cuerpo tengo para ti, mi amado,
y una mañana tengo y una eternidad contigo:
Un mañana en que vendrás a mí,
La eternidad en que destrozarás la coraza,
con toda la lentitud que deseo
y tú eres capaz.
(Trad.: Juan Ramón Mansilla, de la versión
inglesa de Issa Boullata)