viernes, 15 de octubre de 2010

Lo Público y la Universidad Pública

Siempre se ha pensado, por lo menos eso parece, que todo aquello que se dice pertenece a la esfera de lo público implica una apropiación de esto o aquello, a saber: esto es mío, aquello es mío, lo público es mío. Pues bien, suponiendo que esto fuese de tal manera que, todos siendo dueños de todo, dijéramos a las empresas del servicio de transporte público que nos dieran nuestra comisión, pues, como es algo público, somos dueños de ello, y ellos tuvieran que hacerlo, se “quebrarían”, pero no, así no es, Ellos son unos pocos, por no decir que son casi nadie, son aquellos que dominan, que monopolizan, y el carácter de público de sus empresas radica en el hecho de que gracias a las personas del común y corriente de la sociedad se sustentan sus empresas y familias, por tal razón, el pensar lo público para este caso radica en lo siguiente: lo público es aquello que sustentamos todos pero de lo cual no recibimos ganancias y mucho menos somos dueños.

Es decir, y a lo que se apunta en este caso con esta reflexión o como se le quiera llamar, es que, siendo optimistas, pesimistas, idealistas, o todos los ístas que se quieran, lo público no pertenece a Todos, más bien es todo aquello tan impersonal que se encuentra en la sociedad de consumo o de in-consumo, o simplemente en la mera sociedad. Se trata de pensar lo público como aquello que es de todos y para todos, pero este es sin la carga de apropiación (esto o aquello es mío) que siempre se le da. Pues poniendo el caso de las Universidades Públicas –U. de A.- y a propósito de la coyuntura actual, la comunidad piensa que este tipo de universidades pertenece a todo el mundo y se jactan diciendo: “la universidad es mía” “la universidad es de todos” “los que mandamos somos los estudiantes” “esto es del pueblo y para el pueblo”, qué fantástico resulta escuchar esto, pues en palabras todo aquello parece hermoso y como si realmente funcionara, pero NO, la universidad sólo le pertenece al Estado y le pertenece al pueblo por el hecho de que es éste –el pueblo, sus impuestos- lo que la mantiene viva, pero ésta no es razón para pensar que la gente con la universidad puede hacer lo que se le antoje, No. Pues es para el uso, disfrute y cultivación intelectual de todos, pero no para que por culpa de unos cuantos todo se “venga al carajo” y hagan de ella algo semejante a X o Y lugares de la ciudad, pues siempre han estado, pero como se dice popularmente: “se lo boletearon”.

Se nombran rectores, decanos, secretarios, etc., etc., etc. (y todo lo oculto en los etc.) para que controlen y gobiernen la universidad, lo que se supone “es de todos y para todos”. Lo que siempre se ha pensado: que es de la ciudad y todo eso, pero no, no es así, ya no sólo está destinada a una sola región, sino que gentes de todo el país y del mundo hacen en ella lo mismo que cualquier otro estudiante o habitante de la Universidad Pública, así que pensar en identidades y sentidos de pertenencia están fuera de lugar en la época actual. Lo público, para este caso la universidad, se convierte en el lugar propicio para llevar a cabo todas las “marañas” y sometimientos que a unos cuantos se le antoja, pues la idea suprema de pensar la Universidad Pública como aquello que pertenece a Todos se distorsionó y malinterpretó tan abruptamente que toda la ciudad se metió en ella: los drogadictos, “gamines”, “neas”, “patos”, ¡hasta la fuerza pública, por favor!, la gente que va sólo a conciertos, etc., etc., etc., y todo lo demás; es decir, la universidad se convirtió en un lugar tan parecido al centro de la ciudad, pues casi que hay casinos clandestinos, ventas que no permiten el caminar tranquilo y prácticamente no dejan mesas libres para sentarse a las personas cualquiera, en fin, el caso aquí no se trata de ver esto como puntos negativos, sino como claros ejemplos de la transgresión, malinterpretación y tergiversación de lo público: creer que es –lo público- el espacio donde todo es de todos, por tal razón mío y en consecuencia hago lo que quiero.

La esfera de la Universidad Pública lleva unos niveles de privacidad extremos, pues nadie realmente sabe qué pasa en ese lugar, y los que, en apariencia, saben la respuesta se quedan callados y siguen tejiendo la red que llevará al caos, al desastre a ya no pensar en la apropiación de la universidad, sino a vivir en la expropiación de ella. Toda la comunidad universitaria y visitante son los culpables de la situación actual de la universidad, y cuando se hace referencia a Todos se está queriendo decir TODOS, sin excepción alguna, desde el estudiante más “mojigato” hasta el más “nerd”, “cuadernero”, “zolapado”, etc., etc., etc., (bis) claro, también desde el profesor más borracho, más “teso”, más arrogante, más capacitado, PH D en tal o cual cosa, hasta el cargo más alto de la universidad –mejor no hacer mención a éste, la culpa es de Todos, así que la solución debería ser de Todos, pero, como es bien sabido en “la viña del señor”, siempre manda el montoncito que decide lo que va y no va a pasar.

En síntesis, la idea que se propone con esto no es criticar, salvar, o denunciar (demás que todo eso también, pero es lo menos importante), sino de hacer pensar lo público en los términos reales de esto, es decir, aterrizar y bajarse de la nube que hace pensar que esto es mío y aquello es mío y todo es mío (si se le da trascendencia a esto en otro campo tal vez sea posible), sino, más bien, pensar que lo público es del Estado, y todas las voces pueden manifestarse, sí, obvio que sí, pero no implica que sea la única y última voz, si se quiere hacer algo que de verdad solucione algo pues se hace, pero no con un “puñado” gritando en la misma calle todas la veces, sino algo que se extienda, algo que provoque un caos, la parálisis, la pérdida de tiempo, dinero y vidas si es posible, una puesta en marcha de una acción popular, ejemplos claros: lo sucedido en Grecia hace unos meses, en Bolivia, en Francia allá antaño, o en España allá más antaño, o lo sucedido hoy en Ecuador, cosas que de verdad se sientan para lograr un cambio; el diálogo en teoría es lo más conveniente, pero en un país en dónde el 90% o más de la población no escucha ¿qué se puede hacer?

N.N