jueves, 25 de noviembre de 2010

A las 5 de la Tarde: Federico Garcia Lorca

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fué llegando
a las cinco de la tarde
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en Punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Poema de Federico Garcia Lorca

Suite del agua.

País


En el agua negra,
árboles yacentes,
margaritas
y amapolas.

Por el camino muerto
van tres bueyes.

Por el aire,
el ruiseñor,
corazón del árbol

...oooOOOooo...


Temblor

En mi memoria tendría
con un recuerdo de plata,
piedra de rocío.

En el campo sin monte
una laguna clara,
manantial apagado.

...oooOOOooo...


Curva

Con un lirio en la mano
te dejo.
¡Amor de mi noche!
Y viudita de mi astro
te encuentro.

¡Domador de sombrías
mariposas!
Sigo por mi camino.
Al cabo de mil años
me verás.
¡Amor de mi noche!

Por la vereda azul,
domador de sombrías
estrellas
seguiré mi camino.

Hasta que el Universo
quepa en mi corazón.

...oooOOOooo...


Colmena

¡Vivimos en celdas
de cristal,
en colmena de aire!
Nos besamos a través
de cristal.
¡Maravillosa cárcel,
cuya puerta
es la luna!

...oooOOOooo...


Norte

Las estrellas frías
sobre los caminos.

Hay quien va y quien viene
por selvas de humo.
Las cabañas suspiran
bajo la aurora perpetua.

En el golpe
del hacha
valles y bosques tienen
un temblor de cisterna.
¡En el golpe
del hacha!

...oooOOOooo...


Sur

Sur,
espejismo,
reflejo.

Da lo mismo decir
estrella que naranja,
cauce que cielo.

¡Oh la flecha,
la flecha!
El Sur
es eso:
una flecha de oro,
sin blanco, sobre el viento.

...oooOOOooo...


Este

Escala de aroma
que baja
al Sur
(por grandes conjuntos).

...oooOOOooo...


Oeste

Escala de luna
que asciende
al Norte
(cromática).

...oooOOOooo...

Federico Garcia Lorca - "Viaje a la Luna" Part 1/2

Federico Garcia Lorca - "Viaje a la Luna" Part 2/2

Retrato de Federico Garcia Lorca

martes, 23 de noviembre de 2010

Federico Garcia Lorca

FEDERICO GARCIA LORCA: Tres maravillosos poemas

ÁRBOL DE CANCIÓN

PARA ANA MARÍA DALÍ


Caña de voz y gesto,
una vez y otra vez
tiembla sin esperanza
en el aire de ayer.

La niña suspirando
lo quería coger;
pero llegaba siempre
un minuto después.

¡Ay sol! ¡Ay luna, luna!
Un minuto después.
Sesenta flores grises
enredaban sus pies.

Mira cómo se mece
una vez y otra vez,
virgen de flor y rama,
en el aire de ayer.

POEMA DE LA SOLEÁ

¡AY!

El grito deja en el viento
una sombra de ciprés.

(Dejadme en este campo,
llorando).

Todo se ha roto en el mundo.
No queda más que el silencio.

(Dejadme en este campo,
llorando).

El horizonte sin luz
está mordido de hogueras.
(Ya os he dicho que me dejéis
en este campo,
llorando).

**********

Yo sé que mi perfil será tranquilo
en el norte de un cielo sin reflejo:
Mercurio de vigilia, casto espejo
donde se quiebre el pulso de mi estilo.

Que si la yedra y el frescor del hilo
fue la norma del cuerpo que yo dejo,
mi perfil en la arena será un viejo
silencio sin rubor de cocodrilo.

Y aunque nunca tendrá sabor de llama
mi lengua de palomas ateridas
sino desierto gusto de retama,

libre signo de normas oprimidas
seré, en el cuello de la yerta rama
y en el sinfín de dalias doloridas.